Hay que ver lo que son las cosas. Hoy he estado visitando el blog de mi amiga Vivian y he visto que ha hecho un coment a uno de sus amigos (por cierto un tío que escribe superdeputamadre) referente a Oscar Wilde y a este cuento que tanto me gusta en particular.....Cuando escribí este post, creía firmemente en la idea que expreso en las dos últimas lineas. Hoy, si cabe, creo aún mas........
EL PRÍNCIPE FELIZEl otro día le comenté a
Donna que su post me había recordado algún texto de
Wilde.
Tengo varios libros de el. Me gusta muchísimo su manera de escribir. Hay un par de cuentos suyos que me encantan. Uno de ellos es este, el otro se llama
"El Ruiseñor y la Rosa". Voy a hacer un resumen del cuento aportando algunos fragmentos escrito por el maestro de los sentimientos.
Otro de mis maestros.
Se aproxima el invierno y las golondrinas tienen que migrar a
Egipto, a contemplar toda la belleza de la ribera del
Nilo, disfrutando de un clima ideal para ellas.
Pero una de las golondrinas no quiere irse todavía, se ha enamorado de un junco y se posa y revolotea a su alrededor, rozando el agua con sus alas y haciendo ondulaciones de plata. Cuando todas se fueron, empezó a cansarse de su amado: "no tiene conversación, y además está siempre coqueteando con la brisa"
-"Tengo que admitir que es hogareño"- dijo
la golondrina, pero a mi me gusta viajar, y a mi marido, por consiguiente, también debe gustarle -
_¿Quieres venirte conmigo?- el junco negó con la cabeza, pues estaba muy "apegado" a su hogar.
-Has estado jugando con mis sentimientos- gritó
la golondrina.
-Me voy a las Pirámides..¡ Adiós!.
Voló durante todo el día y cuando se hizo la noche llegó a la ciudad. Allí se posó bajo la estatua del
Príncipe feliz.
Estaba laminada de oro fino. Por ojos tenía dos brillantes zafiros y un gran rubí ardía en la empuñadura de su espada.
Pasó allí toda la noche, bajo los pies del
Príncipe y cuando por fin se disponía a emprender camino a Egipto, notó como una gota de agua le cayó encima, después otra, después otra...Subió hasta el rostro del
Príncipe y vio como las lágrimas resbalaban por sus doradas mejillas.
El Príncipe le dijo a
la golondrina que estaba muy triste, porque desde las alturas veía la miseria y desdicha de los habitantes del que un día fue su pueblo.
La convenció para que se quedara y poco a poco fuera entregándole a los ciudadanos todas las partes de su perfecta figura. Empezó con el rubí de su espada, los brillantes zafiros que eran sus ojos y todas las láminas doradas de su cuerpo.
El invierno llegó con toda su crudeza y tras arrancar con su pico la última lámina de oro y entregarla a los pobres, la dulce y fiel
golondrina cayó muerta a los pies del
Príncipe. Ya nunca mas podría ver las maravillas de
Egipto: los rojos ibis pescando peces de oro, la Esfinge, tan vieja como el mundo....
Cuando los concejales del ayuntamiento del pueblo vieron la estatua, de color negruzco, fría y sin valor, decidieron retirarla y destruirla. Tiraron a la golondrina a un vertedero. Intentaron fundir el plomo que tenía
el Príncipe por corazón, pero inexplicablemente, aquel plomo no se fundía y lo arrojaron al lado de
la golondrina.
Finalmente, Dios dijo a uno de sus ángeles:
-Tráeme las dos cosas mas valiosas de la ciudad-
Y el ángel le llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto.
Así era
Oscar Wilde, un personaje irrepetible en la historia. Un escritor fascinante y diferente.
Parece que algunos de nosotros nos encontramos formando parte de un extraño engranaje en el que todo encaja a la perfección.Hoy estoy muy muy triste.
Así soy yo.