
Ayer llegaron mi padres a casa tras unas semanitas de descanso en unos baños árabes almerienses. Respecto a mi padre, desde que lo llevé al médico a Cádiz, parece otro. Está activo, tiene ganas de hacer cosas, parece como si sintiera que la vida le ha dado la enésima oportunidad de seguir adelante. Me llamó por teléfono para decirme que venía solo, a arreglar unos problemas eléctricos que tenemos en el barco
Ayer, mi madre se quedó en Sevilla, con dolores de espalda insufribles y enfadada con el mundo. Ella no es un a mujer feliz, hace muchos años que no está enamorada. Conviven juntos como pueden. Mi madre Ha sufrido mucho en esta vida. De pequeña le tocaron vivir situaciones algo mas que peliagudas en las que de momento no voy a entrar.De unos años a esta parte, no soporta a mi padre, lo ve como un viejo que no sirve para nada. Ella aún se ve joven......
El caso es que cada vez está peor, no come, no sale, se acuesta tempranísimo hasta arriba de Valium o de lo que pille.
Mientras que mi padre es un hombre positivo que no quiere problemas y lo único que le interesa en la vida es Rafa Nadal y el sofá, mi madre siempre tiene algo negativo rondándole la cabeza y todo lo que haga o diga mi padre le parece mal.
En fin, suelto todo este rollo porque me veo tan diferente a todo eso. Si tuviera que imaginarme una vejez como la de ellos, seguro que ya tendría preparada la caja de pastillas para irme al carajo.
En Los baños árabes por lo visto han estado bien, hasta han bailado juntos. Pero al llegar a Sevilla otra vez ha empezado el mal rollo....
Solo los recuerdo verdaderamente felices cuando eran jóvenes, y el año pasado, cuando me los llevé a la Gomera y pudieron contemplar una de las islas mas bonitas y encantadoras de este mundo. Cuando íbamos al acantilado a desayunar, la cara y el cuerpo de mi madre desprendían alegría. Ella aprovechaba para ponerse todos los modelitos que normalmente están cogiendo polvo en el armario y sentarse lo más cerca posible de aquel abismo azul, junto a una taza de café con leche caliente .

Mi padre estaba muy gracioso con sus pantalones de la talla 60! y sus tirantes, el pobre sufría lo indecible para llegar hasta el desayuno ( se asfixiaba muchísimo al andar)

Ahora, cuando los visito, tienen nuestra fotos de aquel mágico lugar en la mesa del salón y siempre hablan de lo felices que fueron allí (foto).
Este año quizá los lleve de nuevo. Creo que lo es lo mínimo que merecen de su hijo, al que siempre han querido y cuidado dentro de lo que yo me dejaba (siempre he sido una persona ingobernable y con mucho carácter).
Os quiero papis